No puedo imaginar que siga existiendo estos sitios tan paradisiacos. Vaya Pueblo, entorno y casa. Vas a una casa de piedra de la edad media pero con unas comodidades del siglo XXI. En el pueblo hay muy pocos habitantes (no los he contado), pero te encuentras con la tranquilidad que vas buscando. De todas maneras Verónica, la encargada, ¡un encanto!, Martín, el del bar, amable a no más poder.