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Que ver en Santa Oliva
Santa Oliva es un municipio próximo a la costa y a los principales centros turísticos de la zona. Esta situación privilegiada, así como también sus buenas comunicaciones, hacen que sea un lugar idóneo para el descanso, la visita reposada, y al mismo tiempo, para disfrutar del dinamismo, la hospitalidad y las ganas de vivir de sus gentes.
En febrero del año 986, el rey franco Lotario confirmó a Odó, Abad de Sant Cugat, la posesión de la Iglesia de Santa María de Santa Oliva. Estos dominios se extienden a lo ancho desde la Guàrdia de Banyeres hasta la villa de Domabuin (Tomoví), y en su extensión, desde la villa de Domenys hasta el mar.
El término municipal de Santa Oliva está situado en la llanura del Baix Penedès, al norte de la capital de la comarca, el Vendrell, y a unos cuatro kilómetros de las playas. Su extensión es de 9,54 km² y destaca en él la singularidad de L´Albornar.
Santa Oliva ha sabido aprovechar desde hace tiempo el agua, recurso que siempre ha tenido en abundancia. Muestra de ello son los topónimos que todavía hoy perduran en los molinos hidráulicos. Estas aguas se han aprovechado para la construcción de una red de regadío que se gestiona por medio del Sindicat de Regants.
Santa Oliva es un pueblo milenario, es decir, con muchos años de historia. de la Iglesia de Santa Oliva hay noticias documentadas ya en al año 938, en la confirmación de posesiones del Monasterio de Sant Cugat del Vallés por parte de Lluís de Ultramar, hijo de Carlomagno.
En el año 986, Borrell II llamó a pobladores y defensores para repoblar esta zona, en concreto Santa Oliva.
Alrededor del año 1012, el Abad de Sant Cugat dio Santa Oliva al Varón Isnabert, para que la habitase. Aquí el Varón construyó una torre.
En el año 1050 se construyeron muchos molinos de agua, que pasaron a ser propiedad señorial, y se aprovechan los canales para las huertas, base de la economía de la población.
En el año 1142 era señor del castillo Pere de Santa Oliva, pero bajo la fidelidad de Guillem de Sant Martí, señor de prácticamente todas las tierras del Penedés.
Éste le recomendó la Castellanía de Eramprunyà (tierras que van desde el Llobregat hasta el Garraf). A su muerte, empiezan los conflictos entre sus hijos: Guillem-Ramón, heredero de la Castellanía del castillo Eramprunyà, Berenguer, Abad de Sant Cugat, y Bernat, heredero del castillo de Santa Oliva. El pleito que Berenguer mantenía contra sus hermanos se resolvió en el año 1183 cuando el obispo de Tortosa dictó sentencia, adjudicando el castillo y el término de Santa Oliva a Guillem, heredero de Guillem-Ramon, pero bajo el señorío directo de Sant Cugat, con la prohibición de venderlo o hipotecarlo sin el consentimiento del Monasterio de Sant Cugat.
Los pleitos entre la familia continuaron. Tanto es así que a la muerte de Guillem de Santa Oliva, en el año 1226, se inició la lucha entre Saurina, heredera e hija legítima de Guillem, y su hermanastro Guillem. Éste último, el lunes de Pascua del año 1238, infringiendo la Tregua de Dios y la protección del rey Jaume I atacó e incendió la villa y el castillo. Al año siguiente, se le obligó a pagar los destrozos producidos.
Sant Cugat, aprovechando este conflicto, compró poco a poco los derechos y pertenencias, adueñándose tanto del castillo y tierras como del Monasterio de Santa María. Durante los años que siguen, el Priorato de Santa Oliva fue adquiriendo preponderancia, pero a partir del siglo XIV va perdiendo su poder y surgen problemas entre el Monasterio y la Iglesia. En el 1753, Fernando VI y la Santa Sede hacen un concordato diciendo que el Priorato de Santa Oliva pasa a depender de la Ardiaca de Vilafranca del Penedès. Continúan las peleas a principios del siglo XIX. Con la amortización de Mendizábal se ponen a subasta las tierras y el Priorato es comprado por los payeses.
Que visitar en Santa Oliva:
- Bellvei
- Llorenç del Penedes
- Baix Penedés
- El Vendrell