Rena se halla próxima a su antiguo anejo de Villar de Rena, configurando un enclave también estrictamente rural, más reducido que éste.
Sobre su remoto origen circulan pintorescas leyendas, constando su existencia en época romana como punto conectado quizá con la antigua Rodacis.
El asentamiento resurgió en el siglo XII bajo el impulso de los templarios. La tradición menciona la presencia en sus inmediaciones de un castillo del que en la actualidad no existe constancia.