Asentada en la confluencia de la garganta de Los Papuos con el río Jerte y a las faldas de la sierra de Tormantos y la serrania de Bejar se encuentra esta pequeña villa.
En el siglo XVII fue señorío de los Condes de Oropesa y en 1812 fue incendiada por los franceses casi en su totalidad y de nuevo reconstruida.
Destacan algunos edificios de nobles sillares con escudos. La plaza se encuentra rodeada por viviendas con soportales, y en ella destaca la iglesia, cuya Torre se alza separada del templo.
Cabe destacar los soportales de madera en la plaza, las construcciones de adobe y madera, y la garganta de los infiernos.