En el siglo XVIII progresa notablemente el repoblamiento de Formentera. Resultaba insuficiente la capacidad de la pequeña capilla de San Valero, actualmente Sa Tranca Vella.
Por éste motivo se pensó en la construcción de una iglesia fortificada, atendiendo, además de las necesidades religiosas, la necesidad de un refugio colectivo contra los ataques de los piratas berberiscos, que tenían a las costas de Formentera como base de partida y refugio en sus correrías por las costas de Ibiza y aún de la Península.
La arquitectura del nuevo templo es similar a la de las primitivas iglesias rurales de ibiza, construídas tres siglos antes. De altos y gruesos muros ciegos, puerta defendida por una buhera y cubierta abovedada de medio cañón, con la suficiente fortaleza para soportar artillería de pequeño calibre.
Su construcción se inicia en 1726, finalizándose en 1738.