La ciudad de Girona (Gerona), se encuentra situada en el valle del Ter, entre los macizos montañosos de las Gavarres y las Guilleries, en un enclave estratégico que favoreció inicialmente su desarrollo como plaza fuerte y determinó una historia caracterizada, entre otros muchos hechos destacables, por un sinfín de episodios militares que han inmortalizado su nombre.
El emplazamiento primitivo de la ciudad cabe situarlo cerca de la Torre Gironella, lugar donde aún se conservan restos del antiguo recinto romano, y no es hasta el siglo X cuando se construyen los barrios alrededor de la primitiva Catedral, de la Iglesia de Sant Feliu y del monasterio de Sant Pere de Galligants.A lo largo del siglo XI se desarrolla el núcleo comercial y artesanal del Mercadal.
El siglo XII se caracteriza por la construcción de notables edificios románicos, y ya en plena época gótica la ciudad crece y aumenta su recinto amurallado, que se extiende hacia los primeros barrios creados alrededor de la ciudad romana.Incluso en fechas más tardías, siglos XVI-XVII, se intensifica el carácter defensivo de la ciudad mediante la construcción de baluartes, fortalezas y cuarteles para las tropas.Este magnífico recinto amurallado, conservado actualmente en su mayor parte, rendirá su ultimo servicio durante los famoso, sitios de los años 1808-1809 ante las tropas del emperador francés Napoleón.
Con todo, la función estratégica y defensiva de la ciudad no fue un obstáculo insalvable para que se desarrollara en su interior un centro histórico de un valor excepcional.En este sentido cabe citar la Catedral, edificio monumental de una construcción lenta y continua a través de los siglos, que permite admirar muestras de arte románico en el claustro y en la denominada Torre de Carlemany, de arte gótico con una nave de 22,98 metros de ancho y 35,20 de alto, única en su género en la arquitectura medieval y de barroco, en su fachada principal.En su interior destaca el Museo Capitular, donde se conservan piezas únicas, como el manuscrito del Beato del siglo X y el célebre Tapiz de la Creación del siglo XII.
Saliendo de la Catedral se pueden visitar el antiguo Palacio Episcopal, actualmente convertido en Museo de Arte, e innumerables edificios medievales.De entre éstos destacan: el Convento de Sant Doménec, de los siglos XIV-XVI; la iglesia de Sant Feliu de planta románica y bóveda gótica, en el interior de la cual se encuentra la capilla de Sant Narcís, Patrón de la ciudad, el monasterio de Sant Pere de Galligants del siglo XII, sede del Museo Arqueológico, y en cuyo claustro se conserva una importante colección de estelas judías, procedentes del cementerio de la antigua comunidad hebrea que existió en la Girona medieval; la capilla románica de Sant Nicolau y el convento de la Mercé, actual Escuela de Artes y Oficios.
De la arquitectura civil destaca la denominada Pia Almoina, institución de beneficencia medieval; el edificio renacentista de la antigua Universidad; los llamados Baños Arabes del siglo XII y la Fontana d´Or, antigua mansión señorial de época románica con reformas posteriores de estilo gótico.
Las calles del centro histórico están repletas de edificios pertenecientes a la nobleza gerundense, principalmente en el sector de la Forca, calle de los Alemanys y calle de Ciutadans.El barrio judío, conocido con el nombre de Call, se desarrolla en paralelo a la calle de la Forja, y se teje a partir de una serie de pequeñas callejuelas estrechas y empinadas que conservan intacto todo su sabor medieval.Se inicia en el siglo IX, y hasta la expulsión de los judíos en el año 1492, constituye el escenario de una comunidad floreciente que llegó a contar, en los momentos de máximo esplendor, con una población cercana a los mil habitantes.
Con comerciantes activos, la comunidad judía gerundense conoció en el siglo XIII un período álgido en el aspecto cultural y religioso, gracias al formidable desarrollo de su escuela cabalística, de prestigio mundial, principalmente por la figura de Mosé Ben Nahmán, conocido como Nahmánides o por su nombre catalán de Bonastruc de Porta.
Toda la riqueza monumental de la ciudad complementa con los importantes fondos artísticos conservados en los museos de la ciudad; siendo visita obligada el Museo de la Catedral, donde se exponen, además de los ya citados Tapiz de la Creación y manuscrito del Beato, una impresionante colección de orfebrería gótica, la escultura dicha de Sant Carlemany, la arqueta árabe de Hixem II y valiosos objetos de culto.Nada más salir de la Catedral, por la llamada Puerta de los Apóstoles, nos introducimos en el antiguo Palacio Episcopal, sede del Museo de Arte con un notabilísimo fondo de escultura, orfebrería, pintura y dibujo, en especial las salas dedicadas a exponer piezas artísticas de la época medieval.
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