Ajustado escuetamente a un fuerte peñasco que domina el arroyo de la Rambla, afluente del Tajo, este castillo de pequeñas dimensiones reconoce un remoto origen histórico, y la certeza de que, al menos en el siglo XV, perteneció al mayorazgo de la familia La Cerda, condes de Medinaceli. Su estampa de bravura se ha visto reforzada con una inteligente restauración llevada a cabo recientemente.