En los documentos antiguos, figura este lugar con el nombre de Villamayor de Las Inviernas. Se conoce que fue siempre un lugar ancho, poblado, un pueblote recio y cuajado de gentes.
Desde el remoto siglo XII tuvo habitantes y casas, estando incluida esta villa en la Tierra y Común de Atienza desde poco después de la Reconquista, siendo puesta en el siglo XVI en señoríos particulares, como el de don Francisco Pacheco de Córdoba y Bocanegra, por compra que hizo de ella, y luego de sus descendientes, que se enterraron en el presbiterio de la iglesia parroquial.
Lo más interesante, como en tantos otros pueblos ocurre, es el edificio de la iglesia parroquial, dedicado a la Concep-ción de la Virgen, primitivamente románico, y posterior-mente reedificado en el siglo XVI por sus señores. De la primitiva construcción románica, del siglo XIII, conserva su puerta de entrada, de arco semicircular con sencillas arquivol-tas lisas, apoyando en capiteles de simple decoración geomé-trica y vegetal. Rematando el muro meridional, se ven modi-llones románicos finamente tallados. En el muro de poniente aún se ve la traza de su primitiva espadaña románica, que tenía dos huecos bajos, para las campanas, hoy rellenos de mampostería, y sobre ella construida la nueva espadaña, del siglo XVI, más ostentosa y elevada. En esa época se cons-truyó el amplio atrio sostenido de cuatro columnas clásicas, el muro que sirve de barbacana y que rodea al prado que pre-cede al templo, y la puerta de acceso a este prado, sobre la que se ven las armas de los señores. En el interior sólo queda de interés la primitiva pila bautismal románica, de bella tra-cería geométrica a base de arcos, y una custodia de ostentoso barroquismo. En el pueblo se ven algunos, muy pocos, ejemplos de arquitectura rural, y una casa con un gran esgrafiado patrió-tico cubriendo toda su fachada, expresión de una época con-creta de nuestra historia.