Qué ver en A Fonsagrada

Los vestigios pre y protohistóricos constatan el poblamiento de esta zona en tiempos pretéritos, como lo atestiguan mámoas, asentamientos castreños o el dolmen de A Arquela. Según García de la Riega, la antigua comarca de Burón fue el habitáculo en el que asentaron, en tiempos remotos, los "Abólgicos".

Durante siglos, lo que hoy es el municipio de Fonsagrada, junto con el de Negueira de Muñiz formaron parte, hasta 1833, del Concejo de Burón, encontrándose bajo la jurisdicción del conde de Altamira, a excepción de los cotos de Padrón (perteneciente a la Encomienda de Portomarín), el de Carballido (bajo la jurisdicción del monasterio de Villanueva de Oscos), y los de Lamas de Moreira y Bustarvelle, que eran de particulares.

En torno al año 1200, probablemente por acción de Alfonso IX, se fundó la villa de Burón con categoria de Capital municipal. Hacia mediados del siglo XIV, estas tierras cayeron bajo el ámbito de los condes de Trastámara, pasando luego a la Casa de Altamira. Según algunos autores, Fonsagrada existía ya con anterioridad al siglo IV, como estación del itinerario entre Astorga y Lugo

. Su actual nombre deriva de la existencia de una antigua fuente sagrada (Fontem Sacram), situada a los pies de la capilla de Santa María, pieza venerada por los peregrinos y romeros que viajaban a Compostela por el Camino Primitivo. Su ubicación en la ruta jacobea fundamentó el establecimiento del Hospital Real de Montouto a mediados del siglo XIV. El historiador Amor Meilán considera que, de ser verdad, como afirman algunos eruditos, que Juan Osorio, señor de Burón, luchó en Covadonga al lado de Don Pelayo, ésta sería la primera referencia histórica sobre el municipio actual.

En los días de las revueltas "Irmandiñas", las gentes de Navia y de Burón aparecen comandadas por D. Pedro Osorio, hijo del Conde viejo de Trastámara y hermano del Marqués de Astorga. Durante la Edad Media estas tierras, contrariamente a lo que ocurría en otras partes de Galicia, de predominio de instituciones eclesiásticas, los hidalgos rurales eran los principales rentistas; aunque hoy en día, la mayoria de los labradores son propietarios de sus tierras, gracias a la Ley de Redención de Foros del año 1925; así, durante el siglo XIX, la historia de Fonsagrada, es la historia de su participación en diversos episodios de la Guerra de la Indepencia y en las Guerras Carlistas de 1833 y 1847.

Con el triunfo del régimen liberal, las condiciones de vida de los fonsagradinos no cambiaron sustancialmente, pues debían seguir pagando sus foros y arriendos aunque a estos perceptores la lucha social a favor de la redención foral fue una constante entre sus gentes, aunque su papel principal no correspondió, como bien pudiera pensarse, a los campesinos sino a una burguesía consciente de la necesidad de anticiparse al movimiento abolicionista.