Casas rurales en Buitrago del Lozoya, Madrid
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Que ver en Buitrago del Lozoya
El nombre de Buitrago, a pesar de haber sido relacionado tradicionalmente con topónimos prerromanos como Litabrum y otros de origen islámico como Fegh-Taric, Buk Tarec o Butarec, procede de Vulturiacum, que designaría a un pequeño enclave rural de Carpetania. Aunque no hay restos arqueológicos, posiblemente en época romana se construiría una calzada que, cruzando el río Lozoya por Buitrago, se dirigiese hacia el puerto de Somosierra. En cuanto a la presencia musulmana, en el siglo IX pudo levantarse, en el lugar que hoy ocupa Buitrago, un núcleo fortificado para defender Talamanca y Toledo de los ataques cristianos procedentes del Norte.
El nombre de Buitrago aparece por primera vez en 1076, en el fuero de Sepúlveda. En este documento, el rey ofrece a los sepulvedanos una amplia zona del Norte madrileño para su repoblación. Alfonso VI, a finales del siglo XI, conquista definitivamente la zona y otorga a Buitrago el titulo de villa, mandando poner en su escudo la leyenda "Ad alenda pecora", es decir, para el sustento de los ganados, confirmando la importancia de sus pasos para la ganadería de la comarca. Alfonso VII, en 1134, concedió a la villa de Buitrago, para que la repoblasen, el área comprendida entre Peñalara, la Sierra del Ocejón y las localidades de Cadencia y El Berrueco. Años mas tarde, el rey Alfonso VIII otorgó a Buitrago, villa que obtenía, de esta manera, el reconocimiento como capital de esta comarca. En el año 1258, Alfonso X concedió, entre otros privilegios, el Fuero Real a Buitrago. Finalmente, en 1304, el rey Fernando IV otorgó a la villa la organización de un mercado franco anual. Este privilegio constata la pujanza de Buitrago en estos años, confirmando que ya era un núcleo bastante poblado, económicamente fuerte y que ocupaba un lugar importante en las rutas de comercio de le época.
A pesar de sus primeras relaciones con las tierras segovianas, la Comunidad de Villa y Tierra de Buitrago se vinculará muy pronto a Guadalajara. A partir de este hecho y, especialmente, de su vinculación con la familia de los Mendoza, la villa va a desempeñar un importante papel en la política castellana del siglo XIV, siendo beneficiada en numerosas ocasiones por los monarcas. En 1366, el Rey Pedro I señaló a Pedro González de Mendoza como el primer señor de Hita y Buitrago. Enrique II, en 1368, y Juan I, en 1379, confirmaran estos privilegios. Diego Hurtado de Mendoza, heredero de estas posesiones, va a recibir también numerosas concesiones reales. En 1386 recibirá la confirmación del Real de Manzanares, y, por otro lado, la posesión del valle de Lozoya. Su hijo, Iñigo López de Mendoza, una de las figuras mas sobresalientes del siglo XV, tanto por su relación con la política castellana, como por su producción literaria, heredará el mayorazgo de Buitrago, el Real de Manzanares y el resto de las propiedades. Con él, Buitrago llegará a su época de mayor esplendor, tanto en los aspectos culturales, como por los privilegios y construcciones que concedió a la villa. Iñigo López reforzó el recinto amurallado, reformó el castillo de Buitrago para acondicionarlo como residencia palaciega, dotándolo de lujosas y cómodas estancias, favoreció con su patronazgo la construcción de la iglesia de Santa Maria del Castillo y, finalmente, fundó el Hospital de San Salvador, para el que encargó el Retablo de la Virgen, con su retrato y el de su mujer, al pintor Jorge Inglés.
Durante todo el siglo XV, la familia de los Mendoza va a tener un papel fundamental en los acontecimientos políticos, colaborando en cierto modo en el clima de guerra que se respiraba en Castilla. Diego Hurtado de Mendoza, primogénito del marqués, recibió el titulo de Duque del Infantado en el primer año del reinado de los Reyes Católicos, mientras que su segundo hijo recibió el condado de Tendilla. Por otro lado, Pedro Gonzáles de Mendoza, su sexto hijo, tras ocupar varios cargos eclesiásticos, alcanzó el nombramiento de cardenal en 1473.
De la comunidad hebrea que existía en Buitrago antes de su definitiva expulsión, decretada en 1492, sabemos que constituyeron una de las juderías mas importantes de toda la Comunidad de Madrid, tanto en recursos económicos como en la presencia de estos en la vida cotidiana de la villa. En esta lista de los bienes que dejaron los judíos en Buitrago aparecen dos sinagogas, un hospital, un cementerio y servicios comunes como la carnicería. En el documento se mencionan además numerosas viviendas que eran propiedad de judíos. Tras el decreto de expulsión, sus bienes fueron inmediatamente confiscados por los reyes y concedidos a los duques del Infantado.
En el siglo XVI una nueva ruta va a sustituir el camino medieval que aprovechaba el valle del Jarama. A pesar de este cambio, en el nuevo camino Buitrago va a seguir siendo un enclave estratégico fundamental. Entre los siglos XVI y XVIII no se levantan construcciones singulares en Buitrago, ni se producen cambios significativos en el trazado urbano. Ya en el siglo XIX, en 1808 las tropas napoleónicas invaden España, dirigiéndose rápidamente hacia la capital madrileña. La importancia de la defensa del puerto de Somosierra vuelve a confirmar, tras años de paz, la situación estratégica de la villa de Buitrago. A pesar de la resistencia, el ejército francés rompió las líneas defensivas instaladas en Somosierra el día 30 del mismo mes, ocupando a continuación todos los pueblos de la comarca. La ocupación militar en Buitrago tuvo una seria de consecuencias desastrosas para los edificios de la villa, ya que, en su retirada, el ejercito francés saqueo e incendió todo el recinto amurallado, incluida la iglesia de Santa Maria y el castillo. Esta destrucción motivó que los vecinos de Buitrago trasladaran sus viviendas a la zona del arrabal de San Juan, quedando la zona intramuros prácticamente despoblada.
En el siglo XX va a continuar el progresivo deterioro de los edificios históricos de Buitrago. En los primeros años se derribó la iglesia de San Juan, conservándose sobre la torre. Durante la Guerra Civil se incendiaron el Hospital de San Salvador y la iglesia de Santa Maria. Los restos que habían quedado del hospital son destruidos definitivamente en los años cuarenta, momento en el que también son demolidas la ermita de la Virgen de las Flores y la torre de la antigua iglesia de San Juan. Entre tanta destrucción, y a pesar de estar amenazada también por este afán demoledor, la parroquia de Santa María consiguió salvarse una vez reconstruida.
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- Hospital de San Salvador
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Preguntas frecuentes: Casas Rurales en Buitrago del Lozoya
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