La visita que más reclama la atención es la basílica de Nuestra Señora de Candelaria, edificada por suscripción popular con la iniciativa entusiasta del obispo güimarero Domingo Pérez Cáceres, obra de Enrique Marrero Regalado; en su interior hay murales de José Aguiar y obras del pintor Martín González.
Tras su primera estancia en los lugares del mecey Acaymo, pasa la venerada imagen de la Extranjera (así la conocían los aborígenes) a la cueva de Achbinico, luego llamada de San Blas, por la intervención de un guanche ya cristiano llamado Antón.
El primer templo, terminado de construir en 1672, fue atendido por la orden dominica, poseía un hermoso retablo, devorado por un incendio en febrero de 1789.
Hacia la mitad del siglo XIX, se inician las obras del actual, que avanzan muy lentamente, un renovado impulso reciben en 1930 con el proyecto de Eladio Laredo, al que sucedió el del arquitecto Marrero Regalado.
En diciembre de l948, la prensa local recoge la noticia del comienzo de las obras de la bella iglesia que hoy podemos contemplar: un santuario de planta clásica de tres naves con crucero y un campanil que le da gran prestancia.