Geográficamente se trata de una estación de la España tarraconense, entre la antigua Liminium y Zaragoza, próxima a la Sierra Palomera. Encaminándonos de sur a oeste del pueblo, rambla arriba de "Las Atalayas", por el camino de Almohaja y rambla de Valdecalera, nos constituímos en los parajes descritos por un área de unos 18 kilómetros cuadrados, que abarcan, de norte a sur, desde Peñarubia al pico del Buitre, y del cerro de San Cristobal a las estribaciones del monte Gallel, de este a oeste. Estas estribaciones pueden tenerse como arranque de Sierra Menera y de los Montes Universales de Albarracín.
Por entre los citados montes del pico del Buitre y cerro de San Cristóbal se abren gargantas propicias para incursiones a retaguardia de la vía romana, lo que indudablemente obligó a que se levantaran pequeñas fortificaciones conocidas con los nombres de "El Castillejo" y "Los Castillejos", y entre el "Prado de Mora" y "Las Atalayas", la edificada sobre el montículo que es hoy pedestal de la Virgen de Mora y de su ermita, sirviendo a la vez de defensa del castro romano, a sus pies, y del poblado conocido en la actualidad con el nombre de El Villarejo.
Toda esta zona descrita fué a su vez asiento de culturas, desde la época prehistórica del neolítico y eneolítico, hasta la romana. Destaca el precioso castillo que se levanta sobre monte blanco, a cuya ladera de la parte sur se recuesta el pueblo. Está defendido en la parte norte a sur por un foso abierto en la roca viva con extensión de unos 500 metros, y salta a la vista que, con otras fortificaciones de la zona, fue uno de los principales baluartes que protegían la vía romana, a la vez que lugar seguro donde acampaban los ejércitos, y no menos pequeña o gran colonia establecida allí como castro.