Ubicado entre el Bajo Aragón y el Maestrazgo
turolense, su origen es anterior a la reconquista cristianas a finales del siglo XII. Es villa desde 1209, cuando el rey Pedro II la donó a los calatravos como encomienda independiente de Alcañiz, ciudad a la que estuvo ligada administrativamente, hasta la actual división provincial de 1833, en que pasó a formar parte del partido judicial de Aliaga.
Cuenta con edificios de gran interés. Un buen ejemplo de ello es el ayuntamiento, de planta rectangular con cuatro arcos en su planta baja abiertos a la Plaza y otro a la calle de D. Santiago Ariño. Las pilastras que soportan los arcos inicialmente fueron de corte circular y en el año 1671 fueron substituidas por otras de corte cuadrado. Sobre el espacio abierto (trinquete) destinado a lonja, se levanta la planta noble con sus ventanas. En el centro de la fachada puede verse un escudo de 1563, año en que debió construirse y que por la fecha fue de los primeros de este tipo erigidos en la comarca. Una línea de impostas separa las plantas. Alero de ladrillos horizontales.
A lo largo del tiempo albergó también carnicería, cárcel y escuelas. En 1921 se le añadió la espadaña para colocar el reloj. Tras su restauración (1991-94) el edificio ha conservado su estructura característica, ofreciendo al visitante una muestra fiel de la arquitectura civil de la época de su construcción.
Otro gran edificio es la parroquia de Santa María la Mayor que se levantó sobre otro edificio anterior de estilo gótico del que se conservan la torre y parte de la fachada principal construía con piedra sillar. En 1565 el arzobispo Hernando de Aragón dio licencia al vicario y jurados de la villa para ampliar y hacer más noble la Iglesia de Santa María de Ejulve y para hacer varios altares con sus retablos. Cabe destacar la portada de estilo plateresco de finales del s. XVI de cuyas imágenes se conserva únicamente la del Padre Eterno de la hornacina superior. En 1603 se acabó el altar mayor.