Al este de la provincia de Burgos, a 48 kilómetros de la capital, se encuentra situado el pueblo de Grisaleña. Un pequeño municipio de 16 kilómetros cuadrados en el que habitan 38 vecinos, que se eleva a una altitud de 743 metros sobre el nivel del mar.
La fertilidad de sus suelos y el histórico e importante paso obligado, el Corredor de la Bureba, son dos componentes que precipitan la ocupación humana de estos territorios en tiempos muy pretéritos. Aun así, el pueblo de Grisaleña no se constituye como tal hasta el periodo de la repoblación posterior a la Reconquista, y no es hasta la caída del Antiguo Régimen cuando se constituye como ayuntamiento constitucional.
En el centro del pueblo encontramos el mayor identificador del patrimonio histórico y cultural del pueblo: la iglesia parroquial de estilo románico, reformada en los siglo XVI y XVIII y que utiliza como campanario la torre del antiguo castillo de Grisaleña.
Además, al ser un pueblo pequeño, Grisaleña ofrece a los visitantes una tranquilidad difícil de encontrar en otros municipios más poblados.