Asienta este pueblo sobre el borde más septentrional de la primera alcarrria, abierto a los fuertes y helados vientos norteños que soplan directos desde las cercanas sierras ibéricas y centrales. A los pies de los fuertes cuestarrones que por el norte se le abren, aparece el ancho valle del río Henares.
Su nombre antiguo era Villanueva de la Casa, y en otros documentos figura con el apelativo de las Casas de Don Galindo o La Casa de Sanz Galindo. Se trata de un pueblo pequeño que creció tras la reconquista, y quedó incluido en la frontera meridional del Común de Atienza, siendo su señor, hacia el siglo XII, un poderoso caballero atencino denominado Galindo, que en Campisábalos fundó una capilla dejando sus bienes para un hospital de Atienza, y siendo enterrado en su capilla de Campisábalos. Después quedó este lugarejo en la jurisdicción de la Tierra de Jadraque, quedando incluida en el sesmo del Henares, aunque no pasó a formar parte del Condado del Cid o gran señorío de los marqueses de Cenete y duques del Infantado.
Su iglesia parroquial es del siglo XVI, fabricada con sillarejo calizo, torre de planta cuadrada orientada a poniente, y portada principal con sencilla molduras en su torno. Guarda la parroquia una magnífica cruz procesional de plata, obra de la mitad del siglo XVI, realizada en Siguenza por el platero Pascual de la Cruz y, como todo lo suyo, es una soberbia obra de la orfebrería plateresca seguntina, con grandes medallones representando evangelistas y santos y una macolla con las tallas de los apóstoles. En el centro de la plaza del pueblo, aparece la picota, símbolo de villazgo, elevada sobre gradas semicirculares, compuesta por cilíndrico fuste que remata en sencillo capitel moldurado del que surgen cuatro cabezas del león.