Desde las alturas de la tercera Alcarria, bajan hacia el ancho valle del Guadiela varios arroyos paralelos en profun-das barrancas. Junto a uno de ellos se encuentra el caserío de Millana, antiquísimo enclave de la Hoya del Infantado donde ya se asentaron los romanos. El nombre del pueblo es clara-mente latino (deriva de Emiliana o de lllana: Juana), y en su término se han encontrado restos arqueológicos de la época romana consistentes en un poblado con su necrópolis, así como trozos de mosaicos y cerámica. Si por este enclave pasaba algún antiguo camino romano, luego en la Edad Media el pueblo volvió a cobrar vida, aun-que nunca la tuvo demasiado importante. Su historia es común a todos los demás pueblos que forman la Hoya del Infantado, especialmente Alcocer y Salmerón, entre los que se encuentra. Tras la reconquista perteneció al Común de Villa y Tierra de Huete. Pasó luego al señorío de doña Mayor Guillén y más tarde al de don Juan Manuel. Fue también de doña María de Albornoz y de su marido don Enrique de Villena ?el Nigromántico?, y acabó por pasar, en el siglo XV, al poder de la casa de Mendoza, que recibió su más importante título, el de duques del Infantado, de esta tierra alcarreña. En esta noble casa permaneció ya hasta el siglo XIX.
Destaca en su caserío la iglesia parroquial dedicada a Santo Domingo de Silos. Gran parte del templo fue ampliado enel siglo XVI, pero sus muros de fuerte sillar, con muchas marcas de cantería, y, sobre todo, su puerta románica majes-tuosa, obra todo de los comienzos del siglo XIII pertenecieron a la misma señora, doña Mayor Guillén, y quizás ella misma se encargó de hacer venir a los artistas, de origen o influen-cias francesas, que construyeran este templo o tallaran su puerta. Se aloja ésta en un saledizo cuerpo de sillares bien tallados. Se cubre este cuerpo con un tejaroz sostenido por magnífica serie de canecillos y metopas con decoración de monstruos y rosetas. El ingreso se constituye por serie de cinco arquivoltas baquetonadas, con un arco liso que hace de cancel, y que se apoya en lisas jambas laterales que escoltan el ingreso, mientras qque las arquivoltas lo hacen en una serie de cuatro columnillas adosadas a cada lado, con basa moldu-rada y sobre corrido plinto. Estas columnas se rematan en sendos capiteles que ofrecen una bella e interesante decora-ción, con iconografía tomada del bestiario medieval, utilizando modelos del románico europeo o castellano, con parejas de harpías, grifos, perros y otros seres imaginarios enfrentados o en lucha. Ante esta portada se abre amplio atrio descubierto y rodeado de barbacana, que le dan aún mayor vistosidad al conjunto. El interior del templo carece de interés. Por el pueblo se ven algunos ejemplares interesantes de arquitectura popular alcarreña, y destaca una casona nobiliaria que muestra sobre la puerta enorme escudo de armas tallado en piedra, con el apellido Astudillo y la fecha 1700, en un conjunto de exuberante barroquismo. A gran altura, sobre los montes que por el sur circuyen el término de Millana, y en el límite entre éste y el de Casasana, está la ermita de la Virgen de la Fuensanta, desde la que se divisan magníficos panoramas de toda la Hoya del Infantado. En su interior se encuentra la imagen románica de esta Vir-gen. La tradición dice que en este lugar había un pozo, y en una ocasión en que los pastores de la zona iban a sacar agua para dar de beber a sus rebaños, vieron sorprendidos que el nivel de las aguas ascendía hasta que al llegar al brocal se detuvieron, llevando en su superficie esta imagen mariana, desde entonces muy venerada.