En su término estuvo antiguamente el lugar de Teros, del que ya nada queda. Tuvo un buen castillo o torre vigía, que por su importancia estratégica sobre el valle del Gallo sufrió en las luchas de aragoneses y castellanos durante el siglo XIV, quedando entonces despoblado. Luego perteneció, también por su fortaleza y valor estratégico, al ?caballero viejo? y sus descendientes, los Ruiz de Molina.
El caserío es breve y su población ya muy escasa. En él destacan la iglesia parroquial, del siglo XVII, dedicada a San Julián, con estructura antigua medieval, y algunas casas de tipo popular bien conservadas. Añade de notable la existencia de dos ermitas: la de Nuestra Señora del Royo, y la de la Virgen de la Soledad. Es enclave que merece ser visitado en el aspecto paisajístico. Nació en este enclave D. Francisco Cortés, señalado capitán de las guerras de las Alpujarras en el siglo XVI.