El color de este pueblo recuerda el nombre que posee. En su término existen buenas minas de plata, de cobre y de cristal de roca, así como de hierro. Las primeras de ellas fueron explotadas en la antigüedad, y en el siglo XVIII por el italiano Garrachupati. Hoy está totalmente paralizada la industria extractiva en Pardos, y el pueblo, sólo nutrido de su agricultura escasa, agoniza lentamente como la mayoría de los de su comarca. Perteneció siempre en calidad de aldea al Común del Señorío de Molina, y nada relevante ocurrió en él a lo largo de los siglos.
Posee una sencilla iglesia parroquial de muros lisos y de sillas y sillarejo, con espadaña a poniente y una puerta de entrada con decoración geométrica claramente manierista, obra del siglo XVII, en que todo el templo fue reconstruido y renovado. Al interior, escasos retablos barrocos sin interés.