Este municipio pertenece a la sesma del Campo del Señorío molinés, teniendo su historia en común con el Señorío y la sesma a que pertenece. Fue desde el siglo XVI asiento de una poderosa y acaudalada burguesía rural, destacando entre ellas las familias de los Hernando, Moreno, Crespo, Badiola, Ximénez de Azcutia, Utrera, y de las que salieron importantes figuras. Su gran término estuvo de siempre dedicado al cereal, y de sus grandes riquezas salieron los medios para que todos los vecinos llevaran una vida holgada, construyendo magníficas casonas de las que aún quedan algunos ejemplares, con sus correspondientes escudos conseguidos a fuerza de hidalga tenacidad, e incluso algunos palacios, y por supuesto, el gran caudal de obras de arte que llegó a poseer su iglesia parroquial.
Patrimonio de Tartanedo son sus ermitas distribuidas por el término, entre las que destaca la de San Sebastián, a la entrada del pueblo, que según la tradición y los antiguos cronistas, remonta su origen al año de 1185.
Son de un gran interés las casonas molinesas que hay en el pueblo. Destacando la antigua de los López de Ribas, ya muy modifica-da, cuyo escudo de armas fue arrancado hace años.
El palacio es obra del siglo XVIII en sus comienzos, y lo construyó don Pedro Utrera Martínez.
A la salida del pueblo, tras la iglesia, existe una grande y bella fuente pública.
La tradición, y un papel que se guarda junto al paño, cuentan cómo en el siglo XVIII, durante la guerra de Sucesión, las tropas del archiduque profanaron unas Sagradas Formas encerradas en ese paño, de las cuales sangraron y dejaron su huella indeleble.