Este muncipio perteneció desde la reconquista, al pequeño alfoz o territorio comunal de Beleña, estando bajo la jurisdicción de esta villa fortificada. Como ella, perteneció primero al más amplio Común de Atienza.
Durante siglo XV cayó en manos del marqués de Santillana, don Iñigo López de Mendoza, quedando ya para siempre en esta noble familia.
En el patrimonio de la localidad la iglesia parroquial es obra del siglo XVII, con cerrados muros construidos en sillar y sillarejo. La puerta se abre al sur, y es de líneas clasicistas, muy simple.
En su término se encuentran dos grandes lagunas, en una amplia y extensa llanada.
Abundan una gran cantidad de animales, especialmente aves migratorias, es por lo que constituyen una pieza ecológica de importancia trascendental.
La soledad de sus calles es un aliciente más para que el caminante disfrute en silencio de un entorno auténtico y en pleno proceso de transición. Deja el coche en el punto P y tómate tiempo. Te sorprenderá.
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