Está situada a un lado del pueblo, al poniente, para ser más exactos, cerca de unas fértiles tierras de regadío y muy cerca del río. Cabe pensar que en algún momento de la antigüedad el pueblo ocupó estas tierras hortícolas y que la iglesia estaba en el centro, podría formularse una hipótesis apoyada en que generalmente la iglesia era el centro de la población.
Nuestra iglesia es de cantería, tiene dos naves separadas por pilares que soportan bóvedas de crucería estrellada y con combados. El presbiterio tiene una bóveda de crucería sencilla con restos de pinturas en la misma y en los muros. Es importante mencionar dos columnas cilíndricas que están adosadas a ambos lados, y que presentan unos capiteles singulares; Son escenas del Evangelio (beso de Judas y prendimiento en el Huerto de los Olivos). Son relieves muy sencillos, expresivos y marcados, por un sello inconfundible del románico que trata de enseñar y de hablar sin palabras, incluso podrían haber pertenecido a otro edificio.
Siguiendo por el presbiterio, presenta un retablo mayor del último tercio del siglo XVII con esculturas de San Juan y San Lorenzo.
En la separación entre el banco o predela y el primer cuerpo aparece una inscripción tallada que aporta la fecha en que se terminó de colocar y estofar las figuras que forman el comienzo del primer cuerpo entre las que están los evangelistas, San Vicente, San Francisco... En la calle central y encima del tabernáculo del siglo XVII, aparece colocada una imagen del siglo XVI. Es una escultura sedente de la patrona que da nombre al templo, Nuestra Señora de Palacios (la imagen ha sido restaurada hace dos años); esta escultura sentada sobre un trono adornado y majestuoso, nos recuerda más bien a una dama, una señora feudal o una reina de los cristianos de la reconquista española. Aparece con un vestido multicolor con numerosos detalles de adorno en los puños y grandes pliegues en la falda que dejan ver un calzado original (parecen babuchas).
Esta escultura nos muestra a una maja con su hijo en brazos, no mira al cielo y no tiene esa expresión de ternura sublime que aparece o rodea, las esculturas de la Virgen de esa época, es una mujer de carne y hueso, que vigila, ordena o simplemente mira a su alrededor como lo haría la dueña de una casa. ¿Representa a la benefactora (Sra. de Palacios) que contribuyó con su dinero a la edificación del templo? Lo cierto es que esta escultura tiene algo de humano de familiar y de cotidiano.
La torre se encuentra en la cabecera y en la nave del lado de la epístola se abre la portada gótica de arquivoltas de medio punto y arco conopial, pórtico de madera a la derecha y un poco hacia arriba hay una piedra que presenta dos figuras humanas talladas de forma tosca que podrían ser un relieve de los promotores del edificio Sres. de Palacio. Hay documentación del siglo XVI donde la familia Palacios y la familia Lazcano eran las que tenían títulos y poder en la zona. En la nave de la epístola aparece un retablo del siglo XVIII con esculturas, un calvario del siglo XVI, Cristo, San Juan y la Virgen del siglo XVII, aparece una Inmaculada y un Cristo con la Cruz a cuestas (Nazareno) del siglo XVIII. Actualmente este retablo se ha restaurado y se ha cambiado a la zona opuesta (los pies) junto al coro. En el muro que cubría el retablo han aparecido pinturas que contienen los símbolos de La Pasión (según explican era la forma de enseñar a los fieles la religión cristiana).
La nave del Evangelio presenta un retablo rococó con los quince misterios del Rosario, ordenado por calles: En el centro los Dolorosos, a la derecha Gozosos y a la izquierda Gloriosos y en el centro una Virgen del Rosario que no vale gran cosa artísticamente hablando, pero hemos tenido la inmensa suerte de encontrar en un desván la auténtica y primitiva de este altar que tenemos restaurando en estos momentos para que ocupe el lugar que le corresponde y se luzca con todo su esplendor. En la parte de atrás de la Virgen, es decir la misma imagen tiene una puerta como si en alguna época se hubiera guardado alguna cosa de valor dentro.
En los pies aparece un coro alto y debajo de él, junto a la Pila Bautismal, existe una portada cerrada que bien hubiera podido ser una puerta del Templo.
En una de sus columnas hay una piedra con una inscripción de la época de los romanos (que pudo ser traída de alguna otra parte)