A principios del siglo XII Llorac pertenecía a Guifre Bonfill. Un nieto de éste, Berenguer Bernat de Sentdomí, lo dio juntamente con la iglesia de Santa María, a la orden de los hospitalarios. Fue una de sus primeras posesiones en Catalunya. Establecieron una casa, documentada ya a inicios del siglo XIII, que después se integró a la alcaldia de la Encomienda de Cervera.
En el siglo XIV pertenecía al montblanquense Francesc Alenyá, que en 1341 había comprado la jurisdicción a Pere el Ceremoniós.
A partir del siglo XVI, consta como propiedad de los Guimerá.