Corría el año 1494, cuando las tropas de Lugo avanzan por el barranco de Acentejo; hacía un año que había desembarcado en Añaza, tras la conquista de La Palma. Por su parte, Bencomo había convocado a todos los caudillos guanches de la isla a una reunión en Araotava para tratar de frenar al invasor. A sus órdenes se pusieron los de Tacoronte, Tegueste y Anaga, así como Zebensui. Bencomo decide enviar a su hermano Tinguaro al encuentro de las tropas extranjeras.
Y en el lugar de Acentejo se encuentran ambos ejércitos. Muchas descripciones han quedado de esta batalla sangrienta en la que murieron muchos de los invasores y de los aborígenes, dando nombre al lugar, y que supuso para aquellos una gran derrota.
Finalizada la conquista, comienza el asentamiento en torno a la iglesia que, bajo la advocación del Salvador, fue erigida en parroquia en 1615 por el obispo don Antonio Carrionero.
Existió aquí un hospicio franciscano, de tres frailes, suprimido por real cédula en el siglo XVII.
También se levantaron varias ermitas: la de San Antonio, próxima al lugar de la batalla, la de San Diego hacia el mar, y la de la Cruz del Camino.