Con los años ha ido cambiando la faz de Mazarete. Un pueblo en los límites de las serranías del Ducado y el Señorío de Molina, que estuvo incluido en los límites históricos de este territorio allá cuando fue creado en el siglo XII. Ha ido cambiando su faz porque se ha hecho más cómodo, más arreglado en sus calles, en su vivir todo. Se encuentra como arrellanado en una suave hondonada, al amparo de una loma en las orillas del arroyo de su nombre, que va a dar más adelante en el alto río Mesa.
Su amplio término municipal está cubierto en gran parte por densos pinares, que tapizan montes y vallejos y producen inmensa cantidad de resina, para la que a comienzos de siglos se instaló una industria transformadora a la entrada del pueblo, y que hoy, aunque ya lamentablemente en ruinas, aún sirve de reclamo su edificio industrial en hierro del siglo XIX, al viejo estilo de la arquitectura rural de empresa pinariega.
Dentro del término municipal de Mazarete se encuentra la conocida finca de Solanillos, propiedad de la Excelentístima Diputación Provincial de Guadalajara, y en la que se pueden admirar magníficos paisajes de pinar y formaciones rocosas de arenisca que dan lugar a caprichosos aspectos naturales, entre los que destaca un espectacular monolito conocido por el huso. En la capilla de la colonia veraniega que la Diputación posee en esa finca, se puede admirar una gran pintura mural original del artista alcarreño Regino Pradillo.
Por lo que respecta a la historia, podemos decir que tras la reconquista de la comarca en el siglo XII, quedó este pueblo dentro de la demarcación territorial o comunal de Medinaceli. En el ducado de su nombre, y por el señorío que sobre él tuvieron los nobles La Cerda, permaneció incluido hasta el siglo XIX.
Destaca en Mazarete el edificio de su iglesia parroquial, situado en lo más alto del pueblo, y consistente en recia fábrica de sillarejo y sillar, en amorfa estructura correspondiente al siglo XVI, sin detalles que reseñar aparte de su puerta de acceso, donde molduras y frisos forman un sencillo conjunto renaciente. En el interior, sobre el muro del fondo de su capilla mayor, luce un magnífico retablo de estilo neoclásico, construido en 1790 por Cristóbal Herber. Es muy interesante también la casona de los López Mayoral, edificio del siglo XVII en el que destaca su magnífica portada de líneas clásicas y tallados sillares. Aun dentro del sentido popular que encierra, es obra que pretende imitar modelos señoriales. En su frontón triangular y en el friso o arquitrabe, muestra tallas alusivas a la ocupación ganadera de sus constructores y dueños (una cabeza de vaca, dos ovejas, un enorme caldero, un cayado, una pica y aun dos caballos enteros) y el nombre del primero de ellos: Gregorio López Mayoral.
También merece contemplarse la casacurato, enorme caserón del siglo XVIII con fachada luciendo numerosos vanos enmarcados por dinteles y jambas de piedra rojiza, y toda ella construida en sillarejo bien aparejado de la zona. Sobre la puerta, un escudo en que se ve emblema con jarrón de azucenas y las siglas IHS MIS. Otras varias casonas de recio aspecto y sólida construcción antigua pueden verse por el pueblo.