La creación del municipio de Carballedo data de 1840 y en ella jugó un papel importante Don José Antonio Ribadeneira, de la Casa Grande de Loureiro, que fue Obispo de Valladolid y auditor de la Sagrada Rota Romana. Con la creación del mencionado municipio se decretó la supresión del concejo de Asma que comprendía la cuenca del río homónimo hasta la confluencia con el de Comezo.
De las parroquias que lo componían, se integraron en Carballedo todas las de la margen derecha, excepto las de Santa Cruz y Santa Uxía de Asma. La capitalidad del municipio se situó, en un primer momento, en Carballedo, sufriendo traslados sucesivos a San Mamede de Lousada, Penaboa, Buciños, Chouzán, Castro y A Barrela. Según el Diccionario de Pascual Madoz (1846), la economía era por entonces, enteramente, de autoconsumo, con un índice de analfabetismo muy elevado. Según Ramón Villares el excedente económico iba a parar a las arcas del Estado y a las de los foristas y subforistas.
En las economías labriegas quedaba lo justo para subsistir. Foros y emigración fueron la tónica general de los azotes sufridos por el municipio desde fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Los foros porque pervivieron aquí mientras en otras zonas del Estado español, la forma de propiedad, ya cambiara y porque en Galicia la desamortización no supuso más que, un cambio en el perceptor de la renta; la emigración, porque fue la huída desesperada de la gente que sobraba en una economía imposibilitada para crecer por trabucos históricos: excesiva fragmentación de la estructura de la propiedad, aislamiento geográfico y rudimentarias técnicas de cultivo.
Si hasta aquí, relatamos la historia más cercana en el tiempo, por lo que se refiere a la historia más antigua, en el ayuntamiento de Carballedo se sitúa uno de los primeros testimonios del cristianismo en Galicia: en una pequeña iglesia de la parroquia de Temes fue hallado un sarcófago datado en el siglo IV y encargado por un terrateniente galaico-romano a un taller de Roma.
Las huellas de la Edad Media también dejaron su impronta en él. Vestigios medievales son las iglesias monasteriales románicas de Sto. Estevo de Chouzán y de San Xoán de A Cova.