La historia de Meira se encuentra íntimamente vinculada con la fundación de una comunidad monástica cisterciense, probablemente en el año 1143.
Por aquel entonces, la villa de Meira era un lugar desierto, cuando Alfonso VII (1154) otorga el privilegio fundacional a Alvaro Rodríguez y a su esposa Sancha Fernández, condes de Sarria. La aparición y asentamiento allí de los monjes cistercienses bien pudiera deberse a que sus fundadores se apresuraron a poner en manos de los religiosos aquel territorio selvático. El desarrollo económico de la comunidad y su enriquecimiento se inició con la donación de Alfonso VII de fecha de 6 de julio de 1154. Posteriormente, en 1159 su hijo Fernando II, a su paso por Lugo, le concedió exención del pago del peaje y portazgo en todo el reino. Pero, las donaciones siguieron prodigándose con Sancha Fernández y Alfonso IX hasta que esta incesante ampliación de los bienes del monasterio desató la codicia de los poderosos, quienes se levantaron contra los monjes, cometiendo toda clase de tropelías. Un decreto real, expedido por Fernando II, dirigido a los obispos de Mondoñedo, Lugo y Oviedo, los convidaba a prestar su apoyo a la comunidad de monjes. Sin embargo, los atropellos en que vivían los monjes provenían no sólo del elemento civil, sino también del eclesiástico, como se aprecia en una crónica mindoniense, fechada en la primera mitad del siglo XIII. en el año 1515 el monasterio de Meira se unió a la Congregación de Castilla, bajo cuya observancia el monasterio vivió sus años de máximo esplendor, con la fundación en él de la Facultad de Filosofía.
A los momentos de esplendor le siguió la decadencia, exclaustración y la definitiva ruina del conjunto.
Mas alojamientos en la zona:
Casas rurales Meira
a mi opignon , yo creo que este pueblo es muy tarnqulo y tiene buena vista